sábado, 30 de junio de 2012

jueves, 28 de junio de 2012

036 - LOS DERECHOS HUMANOS Y LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD

(Lo que sigue, se publicó por primera vez en este blog durante el 2009)


PRESENTACIÓN


Entre las múltiples actividades que la Biblioteca Parlante para Ciegos y Disminuidos Visuales desarrolló en estos años, merece un lugar destacado el momento en el que nuestra institución fue centro de reunión de los miembros del comité local dedicado a la organización del VIII CONGRESO PANAMERICANO DE CIEGOS, llevado a cabo entre el 9 y el 17 de noviembre de 1985, en esta ciudad. Los alcances de ese encuentro trascendieron las intensas horas de deliberaciones, de protagonismo militante y de intercambio solidario. La Argentina vivía la primavera democrática. La República Oriental del Uruguay también estaba en el mismo proceso al igual que Brasil. Un aire nuevo se respiraba y se alimentaban otras utopías.
Los años de dictadura generaron consecuencias no previstas, como la de una nueva conciencia en el campo de los Derechos Humanos que se extendía a todos los sectores. Muchos de nosotros advertíamos con esperanza que la problemática de la discapacidad se empezara a ver desde ese ángulo, no sólo por quienes tenemos una discapacidad, sino por otros actores de la sociedad.
Yo tenía diez y nueve años, formaba parte del grupo de usuarios y voluntarios de la Biblioteca Parlante para Ciegos y Disminuidos Visuales de Mar del Plata, estaba a cargo de la Subcomisión de Prensa y Difusión del Comité Organizador del Congreso Panamericano de Ciegos, cursaba el primer año de derecho en la Universidad Nacional de Mar del Plata, militaba en el Centro de Estudiantes y sumaba a los conocimientos teóricos, las nociones vivenciales que implica padecer ceguera total en un momento de grandes transformaciones, en el que la información comenzaba a crecer aceleradamente y las fuentes bibliográficas tanto en sistema Braille como en grabaciones no alcanzaban.
En ese marco se desarrolló este congreso que tuvo como resultado la unificación del Movimiento Tiflológico latinoamericano con la creación de la UNIÓN LATINOAMERICANA DE CIEGOS.
Una de las personas que me impactó por su manera de enfocar nuestra problemática, fue el profesor José María Lunazzi, un hombre grande ya, amigo de anarquistas, de socialistas y librepensadores, compañero de ruta de sus alumnos universitarios jóvenes desde la autoridad que le daba la suma de la acción y de la experiencia, respetuoso de la diversidad y amante del fenómeno humano.
Tuve la fortuna de ser compañero del profesor Lunazzi en la Comisión de Derechos Humanos que deliberó durante esos días, y pude disfrutar de su humor poético y de su fina ironía. Si bien el profesor Lunazzi descreía del Derecho Natural y yo descubría su existencia desde la convicción más profunda, pudimos vivir un mismo horizonte desde diferentes puntos de partida.
Hoy, que otros protagonistas vuelven a hablar de los Derechos Humanos y la Discapacidad, la Asociación Amigos de la Biblioteca Parlante para Ciegos y Disminuidos Visuales recurre a sus archivos para poner al alcance de todos el pensamiento de este luchador que tuvo la capacidad de reflexionar desde su condición de persona ciega para transmitirlo en un lenguaje poético y claro en la conferencia que pronunciara en el Hotel 13 de Julio de nuestra ciudad en aquel cálido noviembre marplatense lleno de sueños grandes.

Carlos Oscar Mattos
Bibliotecario Profesional





TEXTO DE LA CONFERENCIA

PROFESOR JOSÉ MARÍA LUNAZZI: “Gracias por poderles dar los buenos días. Expliqué ya al coordinador que este tema ha sido magníficamente debatido, al iniciarse las jornadas, en dictámenes, en explicaciones, y se hacía obvio el referirse a derechos humanos, pero han insistido. Yo pedí moratoria, pedí indulto, sin éxito; se me dijo que yo debía hacerlo pues querían que les dijera algo sobre el tema. Bueno, dije yo, si hay lidia echémosnos al ruedo y que se venga el toro y aquí estamos en el ruedo. Y el toro... el toro somos nosotros.

Yo no les voy a decir la mentirilla de ocasión: que voy a ser breve. Ya veremos, por ahí bostezarán y yo no los veo.

Derechos humanos: yo digo de tales derechos humanos, que no los hay. Hay derechos, pues no hay otros derechos que no sean humanos. Se habla del derecho natural. A ver... a ver, cómo es eso. Entonces, para hablar de derechos humanos y de lo humano, hablemos de nosotros. Y el gran interrogante, los grandes problemas que nos acucian: la faz económica, los morales, familiares. El gran problema es: quiénes somos nosotros y, a veces, en nuestro silencio, este hombre físico, este toro que brama en las calles; que quiere vivir, que lucha por la vida, en su intimidad se pregunta: ¿Y yo qué soy? ¿Y yo qué hago? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy?. Y para conocer entonces mi derecho y mi razón de ser... bueno, yo les cuento de dónde venimos.
Eso, dicen que fue hace cuarenta mil millones de años, que allí comenzó el baile... yo no estaba, después dicen que va a durar otros cuarenta mil millones de años. difícilmente que yo esté... pero lo cierto es que yo estoy acá ... y estoy en esta bolita, la más pequeña de las bolitas que ruedan infinitamente en el universo y debo tener noción, entonces, de que estoy en la tierra, de que existo en la tierra y entonces miro a la naturaleza y la naturaleza no me otorga ningún derecho. Cuando se formó, no recuerdo mucho cómo se formó: montañas, ríos, torrentes, acequias, árboles enhiestos, en fin, florecillas, todo esto estaba dado, para todos los habitantes de la naturaleza que éramos tres reinos: el mineral, el vegetal y el animal. De ese reino animal, nosotros nos proclamamos el rey de la creación y miramos a los otros demás congéneres con cierto desprecio y comenzamos por negarles el derecho a la vida.

¿Para qué vivían los demás? ¿Tenían noción de que para qué vivían?. Que es lo que nosotros queremos saber muchas veces. Bueno: por más que nuestros poderosos microscopios hurguen la intimidad más tremenda de una célula, por más que nuestros poderosos telescopios hurguen todas las estrellas, no hemos llegado a saber qué piensa un solo animalito, qué piensa de nosotros, qué piensan del mundo, para que viven ... sé que viven … sé que defienden su pequeño lugar y no son generalmente agresivos y la víbora que nos pica sólo hace eso cuando nosotros la pisamos ... y el zorrino que nos perfuma solamente lo hace cuando nosotros queremos atacarlo ... ellos viven su vida natural, su comunidad. Se defienden solamente en ese anhelo fundamental de vida.

¿Y nosotros qué? ¿Nosotros somos iguales a ellos? Nosotros nacimos, según parece, en diversas partes del mundo y tenemos una visión muy limitada: nuestro terruño, nuestro pequeño país, nuestra nación, nuestro continente, es todo el Universo; cada día se nos agranda más el universo, por eso yo me congratulo mucho de la constitución de esta U.L.A.C.(el conferenciante se refiere a la creación de la UNIÓN LATINOAMERICANA DE CIEGOS), pero pienso que ella no es más que un pedacito de una Unión Mundial, de una unión que tendrá que ser americana, de toda la América, de un polo al otro polo; y que luego será de un continente, con los demás habitantes que son diversos y distintos. Y, entonces, yo me planteo el primer problema: yo, ser limitado, yo rey de la creación, no puedo disputarle a una golondrina, ni a una paloma, el dominio del infinito; y yo, no puedo correr como una gacela y yo no puedo hundirme en los mares de coral, infinitos, de los peces.
Yo estoy limitado; yo soy el rey, pero no reino en todo el Universo y a la par mía, hay razas humanas, grupos humanos que han nacido no sé si al mismo tiempo, cómo y cuándo se han transformado y que son distintos, que están limitados por sus características genéticas, por sus razas, por sus costumbres, por su religión; tener conciencia de eso cuando hablamos de derechos, queremos un concepto absoluto, universal, es singularmente erróneo. Las declaraciones que hizo las Naciones Unidas, que hace la Organización de Estados Americanos, que hacemos nosotros, tienen un valor general; una declaración de principios, de aspiraciones, pero la realidad es tener una noción precisa de la diversidad de los mundos; la amplitud infinita de esta pequeña bolita que digo es mi universo, al mismo tiempo las características de los demás individuos.
¿A ustedes les parece que el jeque que estuvo los otros días, es parecido a nosotros? En muchos aspectos sí; pero tiene costumbres distintas, mujeres distintas, hábitos distintos. ¿Los hebreos, los africanos y los americanos? Entonces es muy difícil y debemos tener en este mundo la noción fundamental de que todos somos igualmente desiguales: aprender que somos iguales desiguales es fundamental y entonces la razón de nuestros derechos y éstos se fundan en nuestras limitaciones.
En primer término la limitación física, aquella que dije que yo no puedo ser golondrina, yo no puedo ser alondra; la limitación racial, de origen, de madre, de padre, de costumbres, etc., y la otra limitación que es nuestro pensamiento que recién se está desarrollando. Entonces nos encontramos con este mundo animal y hay un momento en que comenzamos a ser hombres, humanos. ¿Cuándo comenzamos a ser humanos? ¿Cómo somos como humanos?
Bueno, somos un cerebro que maneja nuestras acciones, movimientos, que va acumulando nuestras imágenes, un aparato respiratorio que nos da oxígeno, que expele; un aparato abdominal que nos va nutriendo y va haciendo una alquimia, una verdadera farmacia que destila nuestros bienes; un aparato reproductor que también hace que nosotros pongamos una pildorita nuestra y que después se reproduzca a través de otros seres femeninos; un aparato locomotor que son nuestras piernas, nuestros brazos y un aparato impulsor, este músculo que hace ¡pum! ¡pum! ¡pum! cada rato y que cuando parece que trastabilla un poco nos alarma a todos nosotros. ¿Eso somos nosotros? No, eso es fragmentario. Así como es fragmentario y parcial cada una de nuestras carencias. El hecho de que yo sea sordo, que sea manco o sea ciego, no es más que un episodio, una anécdota en el conjunto de mi personalidad, por que hay algo que es todas esas partes juntas y algo que es distinto y que yo, soy yo mismo: es cuando yo soy persona, cuando tengo noción que soy, con brazos, con piernas, con corazón, con oídos, sin oídos. Como sea, estoy en el mundo.
Tener una noción clara, entonces, de esa desigualdad de los iguales, de esa razón de ser de nuestras carencias, y de ese empuje vital que nos mueve, es lo que nos va a dar ánimo para comprender al mundo en que vivimos y tener noción de nuestros derechos.

Yo dije que la Naturaleza no da derechos. Creo en los valles, los montes, los hombres; creo en los animales, creo en los pájaros, creo en los ensueños y nosotros los hermoseamos. Nosotros dijimos que eran hermosas las montañas adustas, que eran los vergeles, verdes... todo eso lo pintamos, lo creamos nosotros. Nosotros inventamos la tierra que nos presentaba, pero inventamos algo más y ahí está el grave problema de los derechos. No nos satisfizo el mundo dado y entonces comenzamos a construir cosas: en vez de nosotros -habitantes del planeta- quisimos tener casas abrigadas y en vez de otros animaluchos con pieles, quisimos cubrirnos: inventamos el vestido; inventamos las herramientas e inventamos también cosas tremendas, creamos poderes que nos fueron a nosotros dominando y envolviendo; el poder -a veces- de hombres misteriosos, de dogmas, de ensueños, de cosas que atribulaban siempre.
Yo siempre preguntaba a mis alumnos: ¿A ustedes, que les parece más sano: una religión que rinde culto al fuego, o una religión que rinde culto a un becerro de oro? Y dicen: el fuego es más lindo. El fuego era el terror de las selvas, el miedo del hombre salvaje frente a ese desastre de la Naturaleza, como es el que nos azota ahora en nuestro momento, en nuestros países americanos y en otras partes del mundo; el becerro de oro, el chanchito, el cerdo, es la fecundidad, es la vida, es la fortaleza. Sobre eso se crearon mitos, pero hubo algo más tremendo: llenamos talentos de oro y con ese oro quisimos dominar al mundo y bruñimos aceradas espadas y con esas espadas quisimos conquistar al mundo por que éramos los reyes de la creación y entonces, nuestro derecho era nuestro dogma, nuestro derecho era nuestro oro, nuestro derecho era nuestra espada. Y a la par de eso, entonces, esos grupos humanos distintos, en vez de fraternizar, en vez de instalarse en la Naturaleza como los pájaros, como los demás seres que viven armoniosamente, que cantan o lloran, que braman como lo sienten en sí mismos, crearon los antagonismos nacionales, las razas, las divisiones y establecimos falsos derechos: fuimos creando entonces un derecho de la fuerza, un derecho de la riqueza y hasta un derecho de la inteligencia que no estaba dado y el hombre fue reaccionando. Se descubrió a sí mismo, sintió que era una persona. ¿Cuándo el hombre sintió que era persona? Bueno, yo creo que me acuerdo.
Fue cuando Adán, silenciosamente, fue y le dio un beso a escondidas a Eva. Y entonces le dijo: yo te amo. Tuvo noción de que se amaban; los demás animales se amaban, se juntaban, se unían, respondiendo a una ley biológica. Nosotros porque queríamos, porque sentíamos, teníamos noción que éramos algo. Y desde ese momento comenzó el hombre a caminar y a dar -de acuerdo a la sabia definición de Elíseo Reclus, el gran geógrafo- a la Naturaleza, que fue tomando conciencia de sí mismo, del barro y de la cosa animal se fue construyendo persona. Por eso un hecho magnífico que queda de esta Asamblea, es que hemos hablado siempre de la persona humana, de la persona ciega fundamentalmente; cualesquiera fueran nuestras carencias, somos personas, queremos ser personas, venimos construyendo a través de los siglos nuestra persona, estamos naciendo. Tener noción de que estamos naciendo es fundamental para una idea clara de nuestros derechos. El hombre, además de haber hecho esas cosas tremendas que mencioné, produjo otras maravillas: produjo el Talmud, produjo la Biblia, produjo el Corán, los libros extraordinarios que iluminan la Humanidad; llena de estatuas, de pinturas, de canciones al mundo; lo iluminó de ensueños y por la alquimia, llegó a la ciencia y fue construyendo un mundo ideal, ese mundo del saber, ese mundo de la cultura, es la creación y el bien colectivo que hicieron todos -no sabemos quiénes- que se fue acumulando a través de los siglos y que es el bien común, el bien de todos nosotros que tenemos que recibir, analizar, fortificar, engrandecer y proyectar. He ahí, entonces, el único derecho nuestro: un derecho mostrenco, un derecho que no es de nadie, el derecho de las grandes creaciones, es el derecho que ha hecho la Humanidad a través del tiempo y, al mismo tiempo que el hombre se descubría a sí mismo, al mismo tiempo que escribía los libros maravillosos y esculpía las estatuas extraordinarias y encantadoras, ese hombre se fue sintiendo cada vez más hombre, pasó la Edad Antigua, la Media, el Renacimiento y dijo: yo soy yo y yo soy igual a los demás; descubrió que tenía iguales derechos siendo distinto, fue el gran descubrimiento de[ hombre y de ahí entonces que para nosotros fundamentalmente lo estricto son los derechos civiles. Cuando hablamos de los derechos humanos, comencemos a hablar de los derechos del hombre, establecidos básicamente en torno a la Revolución Francesa que era el derecho al libre pensamiento, el derecho a escribir sus ideas, el derecho a manejarse en el mundo, el derecho elemental, entonces, de existir. Ese derecho a la vida que proclamamos como un bien exclusivo del ser humano, porque en los demás animales lo negamos rotundamente, los derechos civiles, el derecho del hombre, el derecho del ciudadano es el derecho positivo y les dije al comenzar, entonces, que una cosa es el derecho, otra la justicia. Cada país tiene su código, tiene su régimen de derecho y cuidado que no son tan distintos, tan contradictorios y hemos dicho en esta Asamblea y en el trabajo posterior tenemos que ir analizando los diversos conceptos, las diversas formas de vida que son legítimos en un cierto país, pero que no son siempre la justicia, que no son siempre la moral y nosotros hemos estado elaborando en estas jornadas algo más que derechos, hemos estado elaborando un concepto de justicia, un concepto de bien, un concepto de amor, un concepto de paz.
Está surgiendo de este gran movimiento humano en el cual los ciegos somos una parte, somos uno de los tantos grupos humanos que están queriendo realmente ser humanos. En ese sentido debemos tener como resumen de esta reunión nuestra, el sentido de persona humana que hemos logrado: estamos naciendo, estamos queriendo ser el rey de la creación, estamos queriendo conquistar nuestros desarrollos superiores y todos los derechos subsiguientes hemos de discutirlos en razones locales, circunstancias raciales, en problemas nacionales, quebrando toda las barreras.

Y éste es otro aspecto fundamental de esta Asamblea, que a mí me congratula. Quizás ustedes no hayan tenido oportunidad -porque han estado más ocupados que yo-, en las laboriosas reuniones -yo me hice una rabona unas cuantas veces por circunstancias personales, etc.-, no hayan apreciado, pese a las discusiones, yo sé que les gusta mucho lucirse, hablar, discutir, es el momento de trasvasar nuestras opiniones, pero con qué cordialidad, con qué libertad y con qué sentido de respeto al margen de los grupos raciales, al margen de los países, al margen de las convicciones religiosas, al margen de las divisiones políticas, hemos estado acá reunidos y esto parecía un edén, sí, era un idilio y quiero que esta reunión de Mar del Plata sea un ejemplo para otros grupos humanos, como estos ciegos que piensan en sus deficiencias, sus carencias, que quieren reivindicar sus derechos específicos -así lo dijo la Comisión Novena, lo que es propio nuestro, lo que es específico-, pero más de aquí somos seres humanos y tenemos iguales derechos que los demás, sirvan como aliciente y como ejemplo para nosotros mismos, esta paz, esta armonía, esta esperanza. Ahora, no somos un movimiento político, tenemos diversas convicciones pero somos una fuerza que va caminando a través de la tierra, que se va enlazando a través de los países, de las razas, de los continentes y formamos parte de esa gran familia humana que se va reconociendo. Y hemos dado también otra clave, con lo cual quiero concluir esta parte -ya dije que lamentablemente el torrente que asola nuestros campos floridos nos obliga a estar unos días más y podamos conversar entre una ranchada por ahí, entre un asadito, entre un mate y seguir conversando estos temas-, es precisamente que yo quiero decir que ha habido otro aspecto que ha sido fundamental de esta reunión que deseo sintetizar: hemos ido vinculando pensamiento y acción, nos han traído sus experiencias individuales algunos dilectos colegas nuestros y nos han traído su ejemplo de trabajo comunitario otros estimados compañeros nuestros; han puesto sobre la mesa cosas tales como yo quise hacer esto, yo pensé hacer esto y entonces ahí ha surgido una noción de unidad, entre pensamientos y acción, entre trabajo y escuela, entre vida y alegría de la vida y realización de la vida y esto queda flotando en este Congreso; queda más que como esperanza, como una realidad, como un ejemplo, como un aliciente para continuarlo dentro de sus límites y además nos va diciendo otra cosa: que no tenemos que exigirle a la comunidad, a los otros, más de lo que nos corresponde en lo específico; que los derechos nuestros son los deberes que nos otorgamos nosotros mismos, las convicciones que elaboramos, los esfuerzos que realizamos y que entonces, vamos a construir más que a pedir, más que reclamar, más que presentarnos misericordiosamente ante los demás, vamos a presentarnos soberanos, aspirantes a reyes de la creación: aquí estamos, somos nosotros, queremos ser nosotros, queremos ir construyendo desde nuestro ángulo con el orgullo de nuestra humildad, el orgullo de nuestra unidad.

Cuando uno habla en un acto de estos, después las palabras se van ¡qué bien estuvo el orador!, ¡qué lindo!, pero ¿qué quedó de lo dicho? Y quedó esto: el orgullo de nuestra humildad, ser suficientemente fuertes para ser humildes, para comprender nuestras carencias, para comprender lo que es el mundo y ser, a la vez, suficientemente fuertes para empenacharnos, para erguirnos de pie. Sí, somos seres humanos, queremos conquistar el universo y queremos conquistarlo no para mí, ciego, no para mí, sordo, sino para todos los seres humanos, de las diversas razas y colores.
Con este anhelo, con este ensueño, esto que puede ser ideal, pero que está en los sentimientos íntimos de todos nosotros, yo quiero agradecerles a ustedes toda la atención que me han dispensado y desearles la buena suerte que se merecen. Nada más.”

Profesor JOSÉ MARÍA LUNAZZI (Argentina)

DEL ARCHIBO DE LA ASOCIACIÓN AMIGOS DE LA BIBLIOTECA PARLANTE PARA CIEGOS Y DISMINUIDOS VISUALES. VIII CONGRESO PANAMERICANO DE CIEGOS, MAR DEL PLATA, NOVIEMBRE DE 1985.
1983-2008 PROGRAMA DE DIFUSIÓN DE LOS 25 AÑOS DE LA BIBLIOTECA PARLANTE PARA CIEGOS Y DISMINUIDOS VISUALES DE MAR DEL PLATA.

035 - 28 DE JUNIO DE 1966 - UNA PÁGINA NEGRA EN LA HISTORIA ARGENTINA

DERROCAMIENTO DEL PRESIDENTE ARTURO UMBERTO ILLIA
(Comunicado de prensa del Ateneo “LEANDRO ALEM” de Mar del Plata)

El 28 de junio de 1966 se producía un nuevo retroceso democrático, era derrocado el gobierno constitucional del Dr. ARTURO UMBERTO ILLIA.

Las fuerzas armadas cometieron un nuevo acto de irresponsabilidad y tomaron por asalto el Poder de la República en un golpe sin razón, del cual muchos de sus protagonistas se arrepintieron, implantando una férrea dictadura que terminó siendo sangrienta y precursora de la que una década después constituiría la mayor tragedia que debió soportar el pueblo argentino.

Recordamos al demócrata por excelencia, quien diera ejemplo de honradez, civismo y coraje como Presidente de la Nación.

Nacido en Pergamino, al recibirse de Médico se radicó en Cruz del Eje, desarrollando su vida política en Córdoba, cuna del reformismo universitario y de las luchas cívicas de Amadeo Sabattini. Fue senador provincial y vicegobernador de la gestión progresista de Santiago del Castillo. Llegó al Congreso de la Nación a fines de la década del 40 para incorporarse a la legendaria bancada radical de los 44 que presidía Ricardo Balbín. Elegido gobernador de Córdoba en 1962, no pudo asumir por la anulación de los comicios que precedió a la destitución del gobierno constitucional de entonces.

Varias generaciones de argentinos conocieron lo que era una auténtica democracia en su gobierno. Hubo independencia de poderes, respeto a las libertades, derechos y garantías y a todas las normas de la Constitución Nacional. Y se levantó la proscripción que pesaba sobre el peronismo.

Durante su gobierno destacamos la defensa soberana de los recursos energéticos, impulsó un fuerte proceso de nacionalismo económico (anulación de contratos
petroleros que perjudicaban la soberanía nacional, Ley de Medicamentos), la defensa de los intereses de los sectores populares (Ley del Salario mínimo, vital y móvil, mayor participación en la distribución de la renta nacional), el desarrollo pleno de la educación, ciencia y tecnología con la mayor inversión presupuestaria (25% del Presupuesto Nacional), pagó y redujo la deuda externa por primera y única vez en la historia argentina, llevó adelante una política exterior independiente, de firme contenido antiimperialista, americanista y de autodeterminación de los pueblos al no haber aceptado la presión de los Estados Unidos para enviar tropas a Santo Domingo. Fue entonces, 1965, que se logró el máximo éxito diplomático respecto del reclamo sobre la soberanía argentina en las Islas Malvinas a través de la Resolución 2065 de la ONU, que imponía a Gran Bretaña el diálogo bilateral que hubiera significado la recuperación pacífica del archipiélago y la plena vigencia de los derechos civiles y políticos.

El país tras su derrocamiento entró en un cono autoritario de sombras, que no sólo vulneró la soberanía popular, también desarticuló el conocimiento científico
alcanzado interviniendo las Universidades, y anuló la economía nacional entregándola a capitales extranjeros.

La historia ha hecho justicia y hoy se reconocen los éxitos de la gestión de ARTURO ILLIA y se recuerda a éste como el estadista que fue y como un arquetipo de gobernante ejemplar.

Quienes creemos que es necesario modificar las prácticas políticas y de participación ciudadana, reconocemos el legado doctrinario que nos dejó, y no nos cabe ninguna duda, que una de las referencias, para los hombres y mujeres que gobiernan, a tener en cuenta para llevar adelante esa tarea, será la actitud austera y republicana de Don ARTURO UMBERTO ILLIA.

Ateneo “LEANDRO ALEM” de Mar del Plata

jueves, 31 de mayo de 2012